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NADA

NADA PUEDE ACABAR PARA SIEMPRE
Angel Pascual Rodrigo. 1993
Oleo / tela en 2 bastidores
116 x 186 cm

Colección particular



 
PINTANDO LA SENSIBILIDAD
 
 
 
Texto publicado en el
catálogo de la exposición

PASOS Y HUELLAS
de Angel Pascual-Rodrigo
en el TORREON FORTEA
 
Zaragoza, 1997


José Antonio Labordeta


Andaban ya caducos los últimos años sesenta y los setenta relucían esperanzados por entre los arcos del viejo puente de Piedra de Zaragoza —estrafalariamente desconcertado sobre las aguas del Ebro— cuando un amigo pintor, José Luis Lasala, me habló de una pareja inquietante que, por las riberas sombrías de ese río, levantaban un estudio angustioso por los bajos de una de esas casas situadas entre el derribo, la humedad y la solitaria aversión que los zaragozanos siempre hemos tenido al viejo río inventor y unificador de esta Iberia peninsular.

Y una de esas depresivas tardes de noviembre, cuando la luz ha dejado ya de inventar territorios y se ha convertido en un sudario de penumbras, acudí, junto a José Luis, a visitarlos. Y su mundo era increiblemente novedoso e imaginativo. Y sus conceptos de lo que era Arte estaban tan descaradamente enfrentados a los que ungíamos las viejas vanguardias ya derrotadas que descubrí, en aquella oquedad del Paseo de Echegaray y Caballero —autores de Gigantes y Cabezudos— un nuevo paisaje, una nueva perspectiva. Y me hice adicto de los hermanos Pascual Rodrigo, pues nunca supe, por aquellos años, cual era cual de los dos hermanos.

Y de mi adición salieron el poster homenaje a Miguel, las maquetaciones de los primeros, maravillosos e ingenuos Andalanes —que este año hacen sus veinticinco añitos— y el gran cuadro de los Heterodoxos aragoneses, y esa increíble soledad y ternura que guardo en las paredes de mi casa en la que un hermoso Toro Sentado cobija las espaldas de ese Louis Armstrong sudoroso y abatido.

Fueron días hermosos y felices y poco a poco cada uno de los hermanos fue barándose en su mundo y hace unos días viajando por las llanadas de la Almunia de doña Godina, viendo al frente las sierras del Moncayo y el sol derrumbándose en un hermoso e increíble atardecer volví a pensar, esta vez, en Angel Pascual que es de los pocos pintores que sabe captar esa cosa tan delicada, sencilla y dificilísima como es la sensibilidad de la luz en el paisaje. Y durante un buen rato me detuve en el arcén y me emocionó el espectáculo.

Cuando finalmente llegó la sombra de la noche recuperé la memoria y en el recuerdo los paisajes de Angel, su quietud personal, sus buenas maneras para entender la vida. Sus increíbles, emocionantes y largos silencios que son los que hacen que de los lienzos crezca un mundo fantástico arrebatado a la sensibilidad de sus palabras pausadas y un tanto ensoñadoras del mundo que le rodea.

Espero que un día pueda ir a Campanet —ese refugio mallorquín inventado por Angel— y podamos, junto a los suyos, recuperar, sin nostalgias, la vieja memoria de los aciagos y esperanzadores días de aquellos setenta tan increíbles y tan hermosamente plasmados en lienzos y tarjetas, en posters y páginas amarillas de Andalán como voceros de una esperanza compartida en un mundo mejor y que, desgraciadamente, está aún por venir y por el que hay que seguir en este combate crudo y realista de la vida diaria ¡Que la serenidad de tus lienzos nos convoque a todos frente a la irritable sociedad que nos anula!: Amen...

J. A. L.
 



… y Labordeta no llegó a venir a Campanet

Ver arriba artículo al
 que
este título hace referencia

Labordeta y Angel Pascual
 

A la memoria
de un gran amigo

 
 
 
Àngel Pascual Rodrigo

 

20 de septiembre de 2010

 
 
 
 






J. A. Labordeta y Angel Pascual posterizados, 2007

Son tantos y tan entrañables los lejanos momentos compartidos… tantas las complicidades, los andalanes, las tertulias... tantas las canciones, pinturas, carteles y cenas confluyendo en el aire…
 
Nuestra hermandad pictórica tuvo en él un valedor de lujo, lo demostraba cambiándonos dineros por aquellos «heterodoxos aragoneses», aquel «Sitting Bull», aquellos encargos para anunciar recitales o para “posterizar” aquel hermoso poema de su hermano Miguel del que pertenecen en mi memoria sus párrafos:

… vuelve sagrado cuanto toques natural
cuanto toques sagrado vuélvelo natural…

Su palabra nos abrió puertas y amistades. Era generoso hasta en su mirada, que evocaba siempre una paternal ternura.
 
La fidelidad y el afecto han perdurado por encima de los temporales sociales. Pocas personas encuentra uno que no le decepcionen en el periplo; él fue una de ellas. Logró permanecer ileso incluso en medio de su largo existir de peculiar animal político, demostrando evidencias sin fin. Su socarronería pudo hasta con sus traidores.
 
Siempre me sorprendió que dijera de sí mismo que era un vago. Sospecho que era porque no quería presumir de ser capaz de pararse en medio del estrépito y contemplar lo que a los demás pudiera parecer insignificante... como quien no quiere la cosa, excusándose en sus pasos cansinos de pez de tierra adentro. Sus libros, canciones, artículos y su mochila contradicen su pretendida vagancia.
 
Pero lo que más guardo son sus aspectos íntimos, esos que perduran en sus canciones menos conocidas. Esas en que nuestras islas del alma se descubren, traspasando el mar de los olvidos. Nunca quisimos acotar las islas de cada cual, aunque sí las acariciamos en las cartas y en sus canciones:

Quisiera con tus manos abrir una gran brecha
al mar que nos separa de islas y montañas.

Me sigue conmoviendo la sinceridad tierna y llana de sus canciones de amor. Pero hay una entre ellas que me transporta a un misterioso ensueño, mezclando amores maduros con añoranzas de exiliados, recordando con maestría poética a un Cesar Vallejo a las puertas de la muerte, en París, con una palabra entre sus labios —una palabra hoy escupida por falsos herederos— que significaba para el gran poeta peruano un nacimiento: España. 

… Y a mí me han destruido la esperanza
de verte por los campos renaciendo
igual que él quiso que naciera España…

José Antonio Labordeta
Fragmento de la canción Trilce

Escuchar la canción Trilce en YouTube



 

A la memòria d'un gran amic

Àngel Pascual Rodrigo

20 de setembre de 2010

 
 
Versió en català
publicada a la revista
CAMPANET

… i Labordeta no va arribar a venir a Campanet

… Espero que un día pueda ir a Campanet —ese refugio mallorquín inventado por Ángel— y podamos, junto a los suyos, recuperar, sin nostalgias, la vieja memoria de los aciagos y esperanzadores días…

 
José Antonio Labordeta

Extracte del text per el catàleg de l’exposició
“Pasos y huellas”. Torreón Fortea. Saragossa, 1997 (text complet a dalt)

Són tants i tan entranyables els llunyans moments compartits… tantes les complicitats, els andalanes, les tertúlies… tants les cançons, pintures, cartells i sopars què confluïen a l’aire…

La nostra hermandad pictórica va tenir en ell un valedor de luxe, ho demostrava canviant-nos diners per aquells “heterodoxos aragonesos”, aquell “Sitting Bull” o per aquells encàrrecs per anunciar recitals o per “posteritzar” aquell bell poema del seu germà Miguel del qual pertanyen en la meva memòria els seus paràgrafs:
 
…vuelve sagrado cuanto toques natural
cuanto toques sagrado vuélvelo natural…

La seva paraula ens va obrir portes i amistats. Era generós fins en la seva mirada, que evocava sempre una paternal tendresa.

La fidelitat i l’afecte han perdurat per sobre dels temporals socials. Poques persones troba un que no li decebin en el periple; ell en va ser una. Va aconseguir romandre il·lès fins i tot enmig del seu llarg existir de peculiar animal polític, demostrant evidències sense fi. La seva sornegueria va poder fins i tot a amb els seus traïdors.

Sempre em va sorprendre que digués de si mateix que era un gandul. Sempre vaig sospitar que era perquè no volia presumir de ser capaç d’aturar-se enmig de l'estrèpit i contemplar el que als altres pogués semblar insignificant… com qui no vol la cosa, excusant-se en els seus passos cansinos de peix de terra endins. Els seus llibres, cançons, articles i la seva motxilla contradiuen la seva pretesa ganduleria.

Però el que més guard són els seus aspectes íntims, aquests que perduren en les seves cançons menys conegudes. Aquestes en què les nostres illes de l’ànima apareixen per onsevulla, traspasando el mar de los olvidos. Mai vàrem voler fitar les illes de cadascú, encara que sí les acariciam a les cartes i a les seves cançons:

Quisiera con tus manos abrir una gran brecha
al mar que nos separa de islas y montañas.

Em continua commovent la sinceritat tendra i plana de les seves cançons d’amor. Però n’hi ha una entre elles que em transporta a un misteriós somni, barrejant amors madurs amb enyorances d’exiliats, recordant amb mestratge poètic un César Vallejo a les portes de la mort, a París, amb una paraula entre els seus llavis —una paraula avui escopida per falsos hereus— que significava per al gran poeta peruà un naixement: Espanya.
…Y a mí me han destruido la esperanza
de verte por los campos renaciendo
igual que él quiso que naciera España…

José Antonio Labordeta
Fragment de la cançó Trilce

Página publicada por Angel Pascual Rodrigo en su espacio web