Textos sobre las obras de cada artista

AMOR / MORS

el reflejo de Venus en Atala… velos y espejos

Texto de Ángel Pascual Rodrigo sobre sus propias obras

Varias constantes de mi obra surgen de las pinturas de Giorgione, tan misteriosas y exiguas como su propia vida. De ellas, su Venus me subyuga en particular por el embelesamiento que produce su contemplación y por la estricta geometría de su apariencia carnal.

Tiziano, Brueghel, Manet, Corot, Gauguin, Matisse… incontables artistas la replicaron en una cadencia sorprendente… pero nadie ha superado la del veneciano, quizá porque casi todos han cerrado su misterio al abrirle los ojos.

Mi réplica tiene idéntico formato al de la tela original de Giorgione y recrea su geometría exacta con todos sus significados, que revelan las digitografías del proceso expuestas. La pieza menor anexa réplica un fragmento de mi propia réplica incidiendo en el ámbito del sueño, en la nocturnidad.

El DESPERTAR DE ATALA

Entre todas las pinturas relacionables con aquella Venus me interesó en particular la Atala de Girodet. En ella un monje y un indio entierran a la protagonista de la novela más popular de Chateaubriand, publicada en 1801 y cuya narración se sitúa en la Luisiana del siglo XVIII.

Novela y pintura parecen hoy anacrónicas y extravagantes, pero conllevan cuestiones universales. La india Atala, hija de padre español, salva al indio Chactas de ser inmolado por su tribu. Tras huir ambos, Atala se envenena ante la imposibilidad de su amor por una promesa de su madre, a pesar de los intentos del monje para disuadirle por la lógica.

Mi réplica relaciona su concepto, formato y composición con los de la Venus, excluyendo algunos elementos, añadiendo un río de vida y evidenciando la coincidencia en el horizonte de los entrecejos de Venus y Atala, subrayada por los grafitos de sus caras. Es también significativa la curva que recorre la espalda de Chactas y el cuerpo de Atala hasta la mirada del monje.

Velo y Espejo – nature morte / still life (naturaleza muerta / vida todavía)

Este conjunto juega con pinturas singulares de Joan Miró y de Giovanni Bellini. En mi réplica a la del maestro de Giorgione incorporé un frutero que ya pinté del natural en 4 versiones anteriores con mínimas variaciones y que estampé en las digitografías aquí expuestas. Aporta una faceta más a este proyecto colectivo de raíces shakesperianas.

MORIR / DORMIR

el ser o no ser de Hamlet y de Ofelia en compañía de sus ángeles

Texto de Ángel Pascual Rodrigo sobre las obras de Aina Cortès Pinya

Los ángeles pintados por Aina evocan con intensidad su papel como acompañantes y copartícipes del último tránsito.

Sus últimas obras sobre el desenlace de Ofelia, desarrolladas a partir de fotogramas cinematográficos de inspiración prerrafaelita, redondean el proyecto colectivo. Las dos obras mayores contraponen sutilmente el tradicional binomio sombra/luz de la muerte.

El vídeo proyectado al fondo, que he realizado con Aina en una colaboración específica para el proyecto, se basa en secuencias del film HAMLET, que dirigió e interpretó Laurence Olivier en 1948. Para su sonido hemos utilizado la banda sonora original y piezas del álbum «Come, Gentle Night. Music of Shakespeare's World» compuestas e interpretadas por el conjunto femenino ENSEMBLE GALILEI.

vida / mort

    Vanitas vanitatis

Texto de Antonio Ferragut sobre sus propias obras

«Vanidad de vanidades». Ya en la Edad Media, los cristianos expresaban con esta frase que la vida terrenal es sólo un tránsito a la verdadera vida, la que se inicia después de la muerte. Por consiguiente, todos los bienes materiales —la belleza, la juventud, la fortuna— son fútiles, pues todo pasa y sólo queda el alma, la belleza interior.

No obstante, y quizás por eso mismo, la muerte fue representada largamente a lo largo de los siglos en la literatura, la música, la poesía, la escultura y la pintura. En todas se magnificó el sentido de la muerte.

Todas las religiones, sin excepción, se han fundamentado en un hecho concreto: El miedo del ser humano a la muerte, al más allá.

El latín ha dejado a ese respecto multitud de frases que siguen vigentes hoy en día: Ars moriendi (el arte de morir). Memento mori (recuerda que morirás). Sic transi gloria mundi (así pasa la gloria del mundo). Tempus fugit (el tiempo huye). Carpe diem (Vive el momento)…

En la actualidad, el escepticismo generalizado en las sociedades occidentales ha devaluado el concepto de la muerte. En el arte este hecho ha sido muy notable: La muerte ya «no vende».

Personalmente mantengo la tesis de que la muerte no representa más que el final de un proceso natural. No existe un después y por tanto no hay que tenerle ningún temor.

La razón enfrentada a la espiritualidad. Quizás debiera matizar lo que significa para mí esta última palabra. En un sentido no religioso, podría entender lo espiritual por oposición a lo exterior: lo interior. No deja, no obstante, de estar en relación al pensamiento, a lo intelectual, a la razón, en suma.

A lo largo del tiempo, la muerte, en el contexto artístico, se ha representado por diferentes símbolos. El cráneo humano ha sido uno de los más utilizados. En un sentido muy amplio puede representar la relatividad del conocimiento, de la belleza o de los placeres.

En mi caso lo he utilizado en algunas piezas que presento en esta exposición. Pero no es éste el único símbolo utilizado, también las aves, en este caso córvidos: cuervos y urracas. Los córvidos son aves carroñeras y su presencia en grupos suele anunciar la presencia de un cadáver.

Desde el momento en que nacemos, otros seres van desapareciendo en nuestro entorno. Evidentemente no somos conscientes de ello. Con la muerte de nuestros seres más queridos, nosotros también morimos un poco, por eso la muerte nos acompaña a lo largo de nuestra vida.

Palma, a 8 de mayo de 2014