CASA DE CULTURA DE CASPE


A DAR EN LA MAR

Ángel Pascual Rodrigo


6 septiembre - 10 octubre. 2018

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EL COMPROMISO DE CASPE COMO INICIO DE LA PASIÓN POR LA HISTORIA DE UN ARTISTA VISUAL


Charla-coloquio preinaugural con el artista

sobre historias, anécdotas y otras cuestiones del arte, la vida y el momento que vivimos.


5 de septiembre de 2018 a las 20:00 h

Sala de Actos de la Casa de Cultura de Caspe

© Vegap

 

Evocando las coplas de Jorge Manrique, las obras de Ángel Pascual Rodrigo recorren lugares emblemáticos de la geografía de Aragón al llegar a la etapa concluyente de su largo itinerario artístico y vital, a modo de memorándum simbólico.

El transcurso del Ebro por Caspe y su comarca, donde el río sueña ser mar, ha sido la clave inicial que ha inspirado este proyecto itinerante.

Se plantea como una pincelada retrospectiva sin cronología rigurosa, con obras de diversas épocas que iconografían el río como recorrido vital, las montañas como origen y los mares como lugar de encuentro de todas las aguas... desde donde en forma de nubes vuelven a iniciar nuevos ciclos.


En la elección del medio rural para esta itinerancia está implícito el recuerdo de que ya en 1976 Ángel y su hermano Vicente –La Hermandad Pictórica Aragonesa– dejaron la ciudad para vivir en el campo.

Fue ya entonces una llamada de atención vital y cultural ante el proceso de despoblación de los territorios rurales. Otros artistas siguieron el ejemplo y se logró, al menos, recuperar cierta revaloración de lo rural.

Aquella decisión, mantenida durante el resto de la vida, se manifiesta desde entonces en toda la obra del artista, como una continua y perenne invitación a contemplar los paisajes naturales en su estado más puro, en el espíritu que transparentan, en los sentimientos y estados de ánimo que reflejan como espejos moldeables de nuestro ser…




DE RÍOS, MONTES Y AMISTAD

Alejo Lorén

De aquellos complejos y paradójicos años 60 en los que la dictadura política imperante se mezclaba con nuestra juventud atolondrada, hay recuerdos imborrables que me trasladan, en Zaragoza, a una ya inexistente casa —asentada sobre restos de murallas romanas— frente al Ebro en su paso paralelo al Paseo de Echegaray entre los puentes de Piedra y de Hierro.

Reencontrarme ahora con uno de los protagonistas de las inolvidables tertulias y tenidas que transcurrían en aquel lugar, y con motivo de una exposición en mi pueblo, me hace pensar en los misterios y meandros de la vida y en la existencia de fuerzas ocultas que nos colocan a unos junto a otros, cual constelaciones astrales.

Aquella casa inolvidable, curiosa y nada convencional, era de la madre, viuda, de los hermanos Pascual Rodrigo, que eran tres, una chica y dos chicos, siendo estos últimos pintores. En ella se encontraba, en una estancia a la que había que acceder por un patio descubierto y que debió haber servido de granero o pajar, el estudio de la llamada «Hermandad Pictórica Aragonesa» formada por los citados huérfanos Ángel y Vicente. Allí nos reuníamos hasta más de una docena de amigos, “todos artistas”, y pasábamos esas eternas jornadas que sólo se dan en la adolescencia y primera juventud, mezclando Vivaldi con Pink Floyd, Rayuela con Las cartas a Theo, o conversaciones de sexo con otras sobre cine o filosofía.

Esas fuerzas telúricas tan presentes en la vida, manejadas, sin embargo, por lo aleatorio, llevaron a que, años más tarde en Madrid, volviera a reencontrarlos, sobre todo a Ángel, cuando llegaba, cargado con un gran cartapacio, al Pub de Santa Bárbara, para mostrar a una exquisita representación de la naciente «movida madrileña» que allí tenía tertulia, el magnífico trabajo de la Hermandad; obra que entonces discurría, sobre todo, por los cauces de un pop lírico, ingenuo y baturro.

Si las vidas son «como ríos», ahora ha vuelto a cruzarse el cauce y surco vital de Ángel con el mío. Caspe tiene la suerte de poder albergar y contemplar la obra de éste ya reconocido gran pintor, en cuya obra sigue anidando el espíritu fraterno de su hermano Vicente (ya fallecido) con esa visión oriental de la naturaleza que compartieron. Ríos, lagos, montañas, soles, pueblan la obra de Ángel Pascual Rodrigo, y espero y deseo que sea deleite de mis paisanos y que, cual Naturaleza proteica y poética, su visión estimule y fecunde a todos los visitantes.





Tríptico

Cartel