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Entrevista a Ángel Pascual Rodrigo, pintor

Campanet, 8 de diciembre de 2013


Guillem Mora

Introducción

Esta entrevista tenía que ser otra cosa…

Cuando la preparaba era consciente de la dificultad de realizar un cuestionario periodístico a una persona que presumes conocer: quieres que el entrevistado se sienta cómodo y a la vez te pesa la ansiedad por el resultado final. Dentro de mis limitaciones, me planteé seguir la estructura tradicional de una entrevista: empezar por unos apuntes biográficos, continuar por una contextualización del personaje y profundizar en los diferentes aspectos que consideraba más interesantes.

Supongo que la confianza con el entrevistado y la calidez que siempre desprende Ángel Pascual acabaron creando las líneas que vais a leer a continuación: reflexiones sobre el mundo del arte realizadas, entre amigos, un domingo por la mañana. 

Todo lo propició el hecho de que utilicé para grabar la entrevista un iPhone y el guión de preguntas figuraba en mi iPad, surgiendo el comentario de cómo ha cambiado la tecnología en poco tiempo y a partir de aquí, empezamos a hablar… 


Entrevista

AP- Hace años, me di cuenta de repente de que la historia había tenido durante estos 2000 años una evolución evidente y matemática. De tal manera que la Edad Antigua duró ocho siglos exactamente hasta la coronación de Carlomagno en el 800, cuando empieza la Edad Media, aunque también hay quien dice que en el año 400 empezó la Baja Edad Media, que considero la segunda mitad de la Edad Antigua. Entonces, como decía, en el año 800 se corona a Carlomagno, empieza el feudalismo y la Edad Media. Más tarde en el año 1400 es decir, 600 años después —o un milenio desde el inicio de la Baja Edad Media—, la Iglesia abole el pecado de la usura y se hacen las puertas del baptisterio de Florencia, que es considerada la primera obra renacentista. Hay quien dice también que la Edad Moderna empieza años más tarde…

ENT- Con el descubrimiento de América, caída de Constantinopla, la imprenta…

AP- Pero la cuestión es que las edades tienen primero una germinación, que no suele ser patente. Hay momentos de transición, por ejemplo entre la Edad Media y la Moderna como la guerra de los cien años o el Papa Luna, que es a la vez medieval y renacentista. Fíjate en las cifras: 800, 600, después resulta que de 1400 hasta la Revolución Francesa —hasta el final del siglo XVIII— son 400 años y después 200 años hasta el 2000. Si divides 800, 600, 400 y 200 por dos son: cuatro, tres, dos y uno…     (Ver apuntes publicados por Ángel Pascual al respecto)

ENT- Es curioso, además ratificaría el cambio de edad que se está produciendo en estos momentos.

AP- El otro día oí que Fernando Trías de Bes ha publicado un libro que se titula “El gran cambio” y apunta que en el año 2001 ocurrieron, aparte de las torres gemelas, la aparición del euro —muy significativo en muchos aspectos—, entra China en el mercado internacional y se pone en marcha la banda ancha de internet, que hasta entonces era algo muy rudimentario y no tenía el papel que tiene ahora. Todo ha cambiado y se ha revolucionado todo también en el mundo del arte, es muy evidente. De hecho la crisis en el mundo del arte la notamos justamente a partir del 2001. Más que crisis diría que es un cambio.

ENT- Sí, yo siempre me acuerdo que cuando estaba estudiando Historia, el profesor de Historia Moderna nos decía: el concepto de crisis que ustedes tienen es un concepto negativo, pero realmente piensen que el concepto crisis es un concepto médico: cuando el enfermo está en estado de crisis pueden pasar dos cosas: la muerte o que consiga superar la enfermedad. Siempre me ha quedado esta idea: una crisis es un cambio…

AP- Claro, por eso la gente está esperando que las cosas sean como antes y eso es un error.

ENT- Me acuerdo que el otro día en una entrevista que hicieron al escritor Pérez Reverte éste comentaba que ahora estamos en plena crisis y mucha gente espera que se arreglen las cosas para seguir haciendo lo que hacía antes. Eso provoca cierta ansiedad, porque ya nada será igual. Todo esto viene al hilo de la pregunta que te quería hacer sobre la situación actual del arte.

AP- En el año 2002 ya me di cuenta al exponer mi obra, que las cosas habían cambiado totalmente. En una exposición que hice ese año en Barcelona noté que la respuesta del público a nivel de compra era distinta. Hemos pasado a una situación en la que el arte se consume mucho más visualmente que objetualmente. De hecho hubo un libro muy importante a principios de los 70... bueno, más bien diría que hubo tres libros que me importaron muchísimo, sobre todo su título. Uno es “Del arte objeto al arte concepto” de Simón Marchán. El libro en sí es muy interesante, pero sobre todo me interesa la idea que expresa el título: la evolución del arte de objeto a concepto incluso aplicable a la actitud del propio público.

ENT- Yo siempre me he preguntado eso, si el concepto planteado por Marchán es una excusa para dar base conceptual al arte, por ejemplo de las vanguardias. Cuando aparecieron había que dar un sustrato intelectual a un arte que había perdido el concepto objetual y que la sociedad podía no entender. Es una reflexión personal.

AP- Sí, ese es un tema de mucha enjundia. La Historia del Arte de Gombrich tiene al final un anexo en el cual entona un mea culpa diciendo: a lo mejor los críticos nos hemos pasado y conscientes de que el público no entiende las vanguardias nos hemos dedicado demasiado a explicarlas y les hemos dado más importancia de la que tienen. En realidad eran experimentos en el mundo del arte. Es como si la Mercedes Benz comercializara los prototipos de investigación, cuando lo que hay que vender son los modelos definitivos. El arte de vanguardia ha sido fundamentalmente investigación, sin duda ha aportando mucho pero ha instituido demasiado la idea contradictoria de la obsolescencia permanente, dando continuamente finiquito a los anteriores hallazgos del arte. Ha tenido una evolución muy particular pero sin duda muy significativa.

Otro de los libros fue el de Bruno Munari, titulado “El arte como oficio”, en el que se planteaba si el arte es una cosa de diletantes o si puede llegar a ser un oficio. El tercer libro era “Apocalípticos e integrados…”. Cuyo título ya nos planteaba si te situabas en uno u otro lado. En resumen, esos libros que he citado tienen líneas confluyentes.

ENT- Lo de apocalíptico o integrado sigue plenamente vigente, por ejemplo en el campo educativo, los hay que ensalzan y los que rechazan las tecnologías. A modo de ejemplo, algunos profesores que encargan trabajos a sus alumnos para evitar el famoso “copiar y pegar”, hacen que el alumno les entregue el trabajo manuscrito. Es como un “acepto que me engañes” y yo te penalizo por ello haciendo que lo copies. En el fondo es una actitud apocalíptica, sin duda.

AP- Sí, pero cuidado, que puedes estar en los medios pero ser muy apocalíptico, porque se puede entender al apocalíptico como una especie en extinción o, al contrario, como alguien que conserva el discernimiento intelectual, “Apocalipsis” significa “revelación”. En ese sentido apocalíptico es el que sabe darse cuenta de la situación, de que existe un cambió. “Apocalipsis” no significa necesariamente “final”, significa cambio a otra situación…

ENT- Exacto, el cambio en sí mismo no es malo ni bueno.

AP- Bueno, volvámonos a centrarnos en lo que habíamos comentado: a partir del 2001 se observa un cambio hacia el consumo meramente visual del arte. Sin embargo, una parte del público ha reaccionado expresando un total desinterés por el arte conceptual y han dejado de visitar galerías. Piensan que el mensaje que transmite pueden encontrarlo mejor en otros medios como la literatura. Vi hace muchos años, por ejemplo, una obra expuesta que simplemente consistía en la palabra “comunicación” u otra que ponía “paz” y pensé: ¿cómo puede un artista defender así su creación? Debería elaborar más su mensaje. A veces hay más concepto en una obra de Giorgione que en muchas de las instalaciones conceptuales de hoy en día. Si quieres te enseño un cuadro de este pintor renacentista que he estudiado muchísimo. Lo pintó pocos años antes de su muerte. Tomó a su amante de modelo. Poco después hubo una epidemia de peste en Venecia, ella enfermó y el no quiso dejarla, murieron los dos. Es un cuadro de una belleza impresionante, representa a Venus ensoñada en medio de la naturaleza. El cuadro es pura geometría: el rectángulo es áureo, si calculas la sección áurea de la altura, te sale exactamente el horizonte. Si le quitas un cuadrado de esta medida (señala) es otra sección áurea y su mitad confluye con el horizonte en el punto de su ensueño, etc. Como ves, todo en esa pintura está en su sitio. Es un cuadro excepcional. Su discípulo Tiziano pintó un cuadro similar quince años después que ha logrado ser mucho más conocido, pero a mi juicio es muy inferior.

Volviendo a lo de antes, una gran parte del público ha dejado de ir a exposiciones de forma habitual. Sólo acuden a eventos artísticos muy mediáticos, concebidos como espectáculo de masas.

ENT- Por ejemplo, la exposición de Dalí en el Reina Sofía no aportaba ninguna obra que no estuviera ya en su fondo de manera permanente, o la de Velázquez en el Prado, sin embargo se producen grandes colas y una masificación inusual cuando las obras están siempre ahí. Es un espectáculo del arte.

AP- Lo que hoy es difícil de saber es cual está siendo el desarrollo cultural de la gente. Ahora la gente parece estar más informada de lo que hubiera estado en otros tiempos, pero en general está menos cultivada intrínsecamente. Hay demasiada saturación y dispersión de mensajes.

ENT- Sí, éste es un gran cambio. Desde mi campo, el educativo, para los alumnos es muy fácil hoy en día conseguir gran cantidad de información gracias a la red para hacer trabajos. Antes, sólo se tenía al alcance como fuente de información alguna enciclopedia y poco más. El copiar de una enciclopedia en el fondo es el mismo acto de copiar y pegar que hacemos en internet. Soy muy crítico con el sistema educativo, aplicamos métodos del siglo XIX a una sociedad del XXI.

AP- ¿Y qué se debería hacer?

ENT- La idea es enseñar a buscar información.

AP- Creo que más que a buscar es aprender a sintetizar y analizar.

ENT- Sí claro, me refiero a enseñar cómo aprovechar de manera correcta la gran cantidad de información que se ofrece.

AP- Eso de tener mucha información a tu alcance es positivo. Aunque se tache a la red de ofrecer contenidos de poca calidad, he de decir que en muchas ocasiones los medios más clásicos como las enciclopedias no son tan fiables como se quiera pensar. Por ejemplo, en la enciclopedia Larousse hay una entrada sobre mi y la información que da está mal.

ENT- Hablamos si te parece ahora del mercado del arte.

AP- En el mercado del arte se ha ido imponiendo el modelo americano basado en la obsolescencia, en lanzar firmas basadas en la novedad, explotarlas al máximo y quemarlas rápidamente, eso como estándar general. Después hay unas cuantas firmas a nivel mundial que son además medio falsas, pura especulación. En España ha ido creciendo mucho la gente que vive del arte sin ser artista: gestores, comisarios, galerías, direcciones de museos, que ganan mucho más que los propios artistas.

ENT- Esto es como los agricultores, que el intermediario se lleva la ganancia.

AP- Exacto, nosotros somos “articultores”. Incluso existe una creciente falta de respeto hacia los artistas por parte de todo este colectivo que vive gracias a ellos.

ENT- Me sorprende eso que dices sobre la falta de respeto.

AP- Sí, es así. El artista no cuenta y esto ha ido creciendo. En los años 70 y posteriores existía la figura del marchante, que era como un agente del artista: buscaba exposiciones, contactaba con galerías, se preocupaba de las ventas, estaba al servicio del artista, tenía muy claras las estrategias a seguir para beneficio mutuo y era una persona preparada en todos los planos. Se llevaba normalmente una comisión. Yo mismo, por ejemplo, tuve durante años como marchante a Toni Estrany, que fue también el de Barceló. Cuando me organizaba una exposición solía lograr inaugurar con casi toda la obra vendida por la cuenta que le tenía. Después aparecieron los comisarios que cobran un sueldo por exposición, controlan los espacios, te escriben el/los textos. Si no es a través de ellos no puedes acceder a algunos espacios y no se preocupan de vender, no se preocupan del modus vivendi del artista. Ese colectivo que vive de los artistas ha visto ahora afectado su bolsillo por la crisis —menos subvenciones oficiales, etc…— y sólo esgrimen razones del “bien común cultural” para intentar recuperar porciones de presupuesto.

ENT- Y con el artista, ¿Qué relación tienen?

AP- Lo que he dicho, cobran un sueldo por buscar galería, te escriben los textos y lo de vender es cosa tuya. Si el artista presenta un proyecto a una institución pública no se suele aceptar si no es a través de un comisario. Respecto a lo de exponer en instituciones públicas he de decir que en esos espacios normalmente el artista no vende, así que el público sigue siendo empujado hacia esa tendencia que hablábamos del consumo visual. En esos casos los artistas deberíamos tener al menos un sueldo en compensación por no poder vender nuestra obra. En el Solleric por ejemplo, hasta donde sé sólo Steve Mc Curry y otros dos fotógrafos han percibido compensación económica por exhibir su obra, aproximadamente un 15% del presupuesto en su beneficio, que es lo que pedimos los artistas a través del Manual de Buenas Prácticas Profesionales en las Artes Visuales. Una vez que el público ha hecho ese consumo visual del arte, difícilmente comprará en una galería la misma obra que ha visto. A las galerías les es difícil competir con esas grandes exposiciones organizadas por instituciones. Aunque una exposición en un espacio público suponga una promoción para el artista, pocas veces tiene una repercusión directa y suficiente en el beneficio económico que éste pueda obtener. Te puedo ofrecer un dato que leí: en el año 2008 el 80% de las exposiciones en España de artistas conocidos fueron en espacios públicos. Ahora supongo que ha bajado por efecto de la crisis y la reducción de fondos públicos. Del dato se deduciría que sólo un 20% ha obtenido algún beneficio normal por ventas en espacios en que se pueda vender. Por eso ahora la vida del artista es más corta, cuesta más mantenerse a lo largo de los años. Cuando pierden la novedad van desapareciendo.

ENT- Vivimos en una época de obsolescencia clara en todas las cosas.

AP- Por eso soy defensor de recuperar el arte objetual. Como el objeto perdura exige más calidad en muchos aspectos: técnico e incluso conceptual. Una obra concebida para ser consumida fugazmente suele ser más superficial, si la vuelves a ver no te aportará mucho más. En cambio una obra concebida para perdurar ofrecerá más niveles, matices que se van descubriendo poco a poco a lo largo del tiempo. Por ejemplo antes de disolver la hermandad (La Hermandad Pictórica, junto con su hermano Vicente), hicimos una antológica y la mayor parte de las obras eran de coleccionistas. Un par de ellos venían cada día a ver su obra. Nos contaban que tenían tal hábito de verla continuamente y la necesitaban.

En resumen, entiendo la obra de arte como una unidad concepto-objeto a todos los niveles aunque la realidad actual lleve a entenderlo de otro modo, como hemos comentado.

Fotos Carolina tur serra