Artes
& Letras - HERALDO DE ARAGON - 8 de noviembre de 2007
PINTURA
- ARCHIPIXÉLAGOS:
Ángel Pascual y la vida oculta
de las imágenes
Fragmentos
del paraíso
"Archipixélagos
1-4". Estampa digital pigmentada sobre papel. 4 piezas de 80 x 80 c/u.
2007.
ÁNGEL
PASCUAL RODRIGO
PINTURA
ArchipiXélagos
Pinturas
de Ángel Pascual Rodrigo. Palacio de Montemuzo. Hasta el 2 de diciembre.
Ponerse
a pintar es para algunos ponerse pensar. Antes que manos a la obra, son
los ojos los que ordenan las formas, desentrañando la realidad bajo las
apariencias. Ello determina, por ejemplo, una interpretación reflexiva
del paisaje, donde la naturaleza no sea la maraña que te atrapa, sino
la transparencia de un sentido invisible, o mejor dicho, impensable
para un ojo profano. Esto discrimina las aproximaciones profanas o
sagradas a un mismo tema. Entre los pintores que interpretan el paisaje
a lo sagrado estaría el aragonés Ángel Pascual Rodrigo (Mallén, 1951).
"A lo largo de su trayectoria -dice el crítico Jaume Vidal Oliveras,
Ángel Pascual ha buscado la vida oculta de las imágenes, aquello que se
esconde tras la capa superficial y visible de la representación".
Esta cita la he extraído del catálogo de "Archipixélagos". Su curioso
título cruza los términos "archipiélago" y "píxel". Es también el
título de una de las piezas, un políptico que comienza por ser una
pintura donde se representa un archipiélago, pero que se convierte en
una serie de tres estampas digitales donde la resolución, o pixelado,
es cada vez mas baja. Puesto en manos de la Tecnología, este proceso
nos recuerda los procesos de reducción realizados por Mondrian con sus
árboles o Van Doesburg con su vaca que se vuelve abstracta, o incluso
ciertas prácticas pictóricas de Gerhard Richter. Prácticas que esconden
siempre, una peculiar mística de la pintura. El píxel enmascara aquí la
realidad y parece simplificarla hasta el anonimato, pero también
descubre su esqueleto. Es una herramienta nueva para el análisis de la
Naturaleza y su representación, para el estudio de esa "vida oculta de
las imágenes". En este sentido, la tecnología se suma a otro
instrumento que Ángel Pascual ha manejado estos años: el Arte del
pasado. La pintura de Giorgione o Bellini le guió en sus ultimas
exposiciones.
No obstante, frente al píxel donde se pierde resolución, la pintura de
Ángel Pascual gana la partida. También ella fragmenta las imágenes, al
descomponer en piezas sus obras, como en un rompecabezas. Pero cada
fragmento cobra sentido. Los márgenes -manejados exquisitamente- hablan
de la inestabilidad y de la viveza de la nueva realidad en que la
propia pintura se convierte. El análisis, como la alquimia produce
el encantamiento de las imágenes. Trátese del lejano Ceilán -donde se
dice que Adán halló el mejor remedo de su Paraíso Perdido- o del
cercano Añisclo, Ángel Pascual reinventa el paisaje y nos aporta sus
fragmentos como nos sirviera bocados de una experiencia paradisíaca, a
la que acompaña inevitablemente lo elegíaco.
ALEJANDRO
RATIA