Las fechas de apertura y
clausura se
hicieron
coincidir con las del LABERINTO de LA HERMANDAD
PICTORICA
instalado
en este espacio hacía 25 AÑOS.
2001,
el principio y el fin
en la fiesta de San
Martín fue el título de
aquel laberinto
con
que se concluyó la primera
época mítica y
conceptual de La
Sala
Vinçon.
Al
volver a esta
sala tras un cuarto de
siglo en
un "pasar entre
sueños" pensé en quienes pasan y
han pasado por este espacio,
fiel
guardián de presencias.
No se trataba de una
retrospectiva al
uso ni una
reconstrucción
sentimental, sino una toma de conciencia sobre qué pasa y
qué
queda. Una obra actual en base al
encuentro de piezas de entonces con las
recientes.
Surgió oportunamente
una
temática con
larga
tradición en la pintura europea: Las grandezas y
sus
ruinas, el encuentro entre la perennidad de las ideas
y la caducidad de sus
manifestaciones. Ilusiones y sueños desvanecidos que perduran en su idea.
Todo
tenía su por qué, cada
pieza y el
conjunto. Los formatos, técnicas y soportes empleados fueron
diversos:
óleo, acrílico, lápiz, litografía, estampa
digital...
tela, papel, madera... y la iluminación fue el catalizador de
las
ilusiones.
Componentes
principales de la instalación:
1. LAS
HUELLAS DEL LABERINTO
La
señalización en el suelo de las
líneas
sobre las que se alzaban sus paredes hace 25 años. Con los 7
sectores
de aquel recorrido y los símbolos que los determinaban.
Boceto
virtual del
proyecto
Imagen
real
Reinstalación del trampantojo
que
constituía
la parte central del laberinto. Una
escala mítica que sube sin subir hacia un final
sin fin, siempre
a la vista y lejano.
La escala se volvía a poder
vislumbrar a través del "forat" de
esa
puerta
entreabierta en
la pintura del TEMPLETE DEL
PARQUE DEL LABERINTO DE
BARCELONA
(Lápiz
/ papel. 60 x 51 cm. 1976).
Escala
y
pintura no estuvieron
esta vez
arropadas por aquel raso azul que
vistió
las columnas y el frontón. Más desnudez,
más
austeridad y alguna que otra herida por los retoques de
adaptación
a otros
espacios
en su largo errar por 5 ciudades. Pudieron verse las
huellas de su
desgaste al volver exactamente a su primera ubicación,
después
de
que más de sesenta mil pies hayan pasado por encima.
3. DUERME
Y VELA y otras
variaciones sobre
LOS SUEÑOS DE VENUS, LOS
ESPEJISMOS Y LAS ILUSIONES
Varias
constantes de mi obra surgen de Giorgione. De
sus
pinturas, tan misteriosas y exiguas como su propia vida.
Vengo
trabajando sobre su Venus dormida.
Y en aquella ocasión tuvo
un
protagonismo total, en diálogo frontal y desnudo con el largo
caminar
del
errante.
Me embeleso
en la contemplación
de esa pintura
y me subyuga el que en
realidad
se trate de una construcción estrictamente geométrica con
apariencia carnal. Pienso a menudo en Piero de la
Francesca,
subyugado en
sus últimos veinte
años de
vida por
las matemáticas
hasta abandonar la
pintura.
Giorgione
replicaba a Botticelli, quien había
pintado a Venus vestida y despierta junto a un Marte dormido. E
incontables
artistas —desde Tiziano hasta Matisse— han seguido replicandoles
directa
o indirectamente; en una línea ignota. Pero casi
todos han cerrado el misterio volviendo a despertarla y
abrirle
los ojos.
En torno
a todo ello hice mis variaciones
sobre
ese tema: 12 pinturas sobre
papel,
3 litografías, 1 réplica completa sobre madera a
tamaño
natural...
Parece
que los parientes del pop estamos inclinados a estas historias.
4. OTROS ELEMENTOS
El
rayo de La Tempestad
en SE ME
DURMIO LA SANGRE EN LA
CAMISA creaba
un vínculo con mi anterior exposición en
Barcelona: PASSIONS NO BEN VISTES.
Y
las demás
temáticas de mi pintura acabaron de
matizar las
reflexiones: aguas, cimas, árboles... resistiendo
tempestades
e invitando a poner por unos instantes la mirada en el centro de los
sueños,
en el pasar y quedar de tiempos e ilusiones...
|